No estás solo

Eres parte de un movimiento global de personas que comparten las buenas nuevas de Jesucristo. Tu aportación, por pequeña que parezca, es vital.

Cada vez que compartes a Jesús, es un momento significativo. Ese acto de generosidad que parece desapercibido, una breve oración o una palabra de aliento, no es insignificante.

Jesús dijo que la cosecha es abundante, pero tú no eres el único trabajador. No puedes hacerlo todo, pero puedes hacer algo: comienza con las personas en tu mundo y si todos hacemos nuestra parte, ¡juntos tendremos un impacto increíble!

Vivir como cristiano en la vida cotidiana puede sentirse aislado. Quizás eres el único cristiano en tu lugar de trabajo, en tu familia, o ninguno de tus amigos es cristiano. Los cristianos ya no son la mayoría cultural que digamos. Es fácil pensar que por este aislamiento, lo que haces no tiene ningún impacto. ¡Esa no es la verdad!

Todos tenemos un papel que desempeñar en este movimiento continuo de personas que comparten su fe.

Cuando hablamos de Jesús con los demás, nos unimos a innumerables creyentes que han estado difundiendo el Evangelio desde la iglesia primitiva. Piensa en eso por un segundo: son dos mil años de evangelización, una historia poderosa que pasó por las manos de un número impensable de personas conocidas y desconocidas, santos notables y anónimos. Nuestro esfuerzo colectivo es mucho más significativo que cualquiera de nosotros individualmente, y cada conversación, oración y acto de amabilidad se suma al buen trabajo de ayudar a Dios a construir el Reino.

Para asumir plenamente tu papel en este movimiento, es esencial ver el evangelismo como algo más que un solo evento o una única conversación. Se trata de vivir una vida en la que intencionalmente buscas oportunidades para compartir a Jesús con las personas que te rodean.

Esto puede verse como compartir explícitamente tu fe en una conversación, vivir una vida que haga que las personas pregunten acerca de Jesús y también vivir preparado para cuando surjan estas inquietudes.

Al hacer esto, comenzarás a ver que tiene un efecto dominó en quienes te rodean. Tu voluntad de compartir tu fe puede inspirar a otros a hacer lo mismo, creando una reacción en cadena que va mucho más allá de tu círculo inmediato. De esta manera, tus pequeños actos de fe hacen una gran diferencia en el mundo.

Ser parte de un movimiento global comienza con ser parte de un movimiento local. Para equiparte para ser usado por el Espíritu Santo, involúcrate en la comunidad de tu iglesia, tu grupo de conexión o un estudio bíblico. Busca recursos para capacitarte en cómo y por qué compartir a Jesús. E intenta pasar mucho, mucho, mucho tiempo con Jesús. Rodéate de personas que te animen y te desafíen.

Participa activamente en la comunidad yesHEis. Este es un espacio donde nos apoyamos, compartimos experiencias y celebramos el impacto de personas como tú. Juntos estamos ayudando al mundo a conocer a Jesús.

Recuerda

Comienza contigo.

Desarrolla relaciones auténticas; pasa el rato sin ninguna agenda.

Conecta tu mundo a Jesús de una manera que solo tú puedes, compartiendo a Jesús en tu propia manera, genuina y única.

Próximos Pasos

  1. Lee Mateo 5:13-16.
  2. Haz una lista de las cosas que disfrutas o en las que eres bueno, y analiza si puedes compartir a Jesús a través de ellas.
  3. Comparte testimonios de ida y vuelta con tus amistades cristianas de los momentos en que compartiste a Jesús con alguien.
  4. Read a good book on prayer: Prayer for Beginners by Peter Kreeft, Practising the Presence of God by Brother Lawrence, God Has A Name by John Mark Comer.

Apoyo bíblico

Apocalipsis 3:8

Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre.

Salmos 119:18

Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley.

2 Tesalonicenses 2:3

No se dejen engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el destructor por naturaleza.

2 Crónicas 7:14

Si mi pueblo, que lleva mi nombre, se humilla y ora, y me busca y abandona su mala conducta, yo lo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y restauraré su tierra.

Salmos 127:1

Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano velan los guardias.

Lamentaciones 5:21

Permítenos volver a ti, Señor, y volveremos; devuélvenos la gloria de antaño.

Hechos 26:16-18

Ahora, ponte en pie y escúchame. Me he aparecido a ti con el fin de designarte siervo y testigo de lo que has visto de mí y de lo que te voy a revelar. Te libraré de tu propio pueblo y de los gentiles. Te envío a estos para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados.

1 Pedro 4:8

Sobre todo, ámense los unos a los otros profundamente, porque el amor cubre multitud de pecados.

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