¿Por qué le importaría a Dios mis oraciones?

Hay 7.6 mil millones de personas viviendo en la tierra hoy en día. Esos son miles de millones de problemas que las personas enfrentan en cualquier momento.

Si incluso una fracción de la humanidad habla con Dios sobre sus problemas, son cientos de millones de oraciones cada hora. Entonces surge la pregunta: si Dios existe, ¿por qué estaría interesado en mí?

La idea de que Dios es distante y desinteresado es muy común. Muchas personas creen que Dios creó el universo y luego se olvidó completamente de nosotros. Es comprensible cuando consideras cuánto mal, dolor y muerte hay en el mundo.

Pero la Biblia describe a Dios como presente y accesible en medio del caos de la vida. Dios envió a su Hijo, Jesús, al mundo para experimentar ese mismo dolor, mal y muerte—por eso entiende tu dolor. Dios está interesado en ti y quiere escucharte.

La oración ha sido parte de nosotros desde los primeros días de la humanidad. La mayoría de las tribus y pueblos a lo largo de la historia han reconocido la existencia de algún tipo de Creador y han deseado comunicarse con él.

La habilidad y el deseo de comunicarse con nuestro Creador están en nuestros huesos.

No necesitas estatuas, incienso o música para hablar con Dios; la oración es relacional, como hablar con un amigo cercano o un familiar. Cuando Jesús enseñó a sus seguidores a orar, dijo que simplemente fueran a su habitación, cerraran la puerta y oraran a su Padre en el cielo Mateo 6:6.

La Biblia habla mucho sobre la oración. Dice que si te acercas a Dios, Él se acercará a ti Santiago 4:8. También dice que puedes orar a Dios sin importar lo que hayas hecho, Él te conoce, tiene compasión por ti y entiende tus debilidades Hebreos 4:15-16.

También hay muchos beneficios al orar regularmente.

La oración trae claridad.

Ayuda a tu mente a concentrarse en las cosas que son importantes para ti. Dado que a menudo giran en torno a las cosas más urgentes en tu vida, orar te ayuda a procesar esos pensamientos.

La oración también trae libertad.

Cuando reconoces y cuentas a Dios tus errores (la Biblia los llama pecados), te ayuda a aprender de ellos. La Biblia dice que Dios perdona nuestros pecados y nos trae libertad y que lo que realmente necesitamos no es solo aprender de los pecados sino ser salvados de ellos. Por eso vino Jesús.

Si tienes curiosidad por hablar con Dios, inténtalo. ¿Qué puedes perder? Puedes comenzar simplemente compartiendo lo que está en tu mente de la manera más honesta que conozcas. También podrías usar una oración que Jesús enseñó a sus seguidores:

“Padre nuestro en el cielo, tu nombre es santo. Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Dame hoy mi alimento diario, y perdona mis pecados, así como yo también perdono a quienes pecan contra mí. No me dejes caer en tentación, mas líbrame del mal. Amén”

Comienza tu camino de oración hoy. Tómate un tiempo y habla con Jesús como si fuera un amigo cercano.